La empresaria Alexandra Garcés, con terquedad de mula y sobradez intelectu al indoblegable, quien afirma que la están robando con la complicidad de la administración de justicia, acudirá a instancias internacionales para que vigilen su proceso.
El asunto, fruto -según la prensa local- de desacuerdos, herencias y guerras de poder entre familiares, incluida la separación del matrimonio que Garcés mantuvo durante trece años con el exministro de Hacienda Antonio Urdinola, viene tomando ribetes altamente preocupantes y afecta a familias de renombre del Valle del Cauca.
Esta semana que termina fue aplazada por enésima vez una audiencia para tomar definiciones sobre el tema, bien amargo en una industria tan dulce.
El drama de la señora Garcés data de 2009, cuando su padre -afectado por un cáncer pulmonar- le entrega el manejo de Invercauca. Y conociendo su carácter recio y preparación académica, no había duda del éxito económico y empresarial.
Muerto el padre, vino la tormenta. Aparecieron demandas civiles y penales dirigidas a cuestionar un contrato firmado en 1996 mediante el cual Invercauca se encargaba de administrar el ingenio Papayal.
También llegaron acciones violentas, según denuncias formuladas por el abogado Jaime Lombana ante autoridades y medios de comunicación.
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